Un expreso no es fuerte ni amargo si está bien preparado. Sarah Hughes lo entendió así hace seis años, cuando en un café llamado Beans, Bytes & Websites, en Islas Vírgenes, empezó a conocer un mundo que poco a poco le despertó una gran pasión.
Ahora Sarah está en Lima, dedicada a la capacitación de los baristas de Café de la Paz, tal y como le enseñaron a ella, cuidando cada detalle desde la máquina de preparación hasta el servicio.
Ella nació cerca de Chicago (Estados Unidos) y dejó sus estudios de medicina por salir en busca de otra ciencia exacta, pues preparar un expreso (una onza de 8 a 9 gramos de café pasado en 25 segundos) requiere precisión: desde el molido del café, la temperatura y presión del agua, la humedad del ambiente, “incluso los olores de la cocina y los perfumes alteran el café molido, es muy sensible”, explica.
Sarah Hughes además es especialista en decoración de tazas, pues como en la cocina, todo entra por los ojos. “El café es una experiencia sensorial: degustas sabor, hueles aromas, sientes el cuerpo en la boca y también ves la presentación en la taza”, finaliza.(COMER)



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